lunes, 6 de marzo de 2017

LA CONQUISTA DEL EVEREST-(V)










Historia de una vocación y elogio de todos los expedicionarios

No puedo decir si volveré a realizar más escaladas a gran altura, pero sí que mi mujer no es partidaria de verme de nuevo subiendo a altas montañas. Después de terminar la expedición y antes de ir a Londres, fui a ver a mi madre, que siempre ha estado preocupada por su único hijo. A ella tampoco le agrada la idea de que vuelva a hacer escaladas. Pero nunca se sabe lo que nos reserva el futuro. Mi primera labor, cuando regrese de Londres y me vea libre de todas estas recepciones, será la de hacerme cargo, como director, de una Escuela de Escaladores, que se propone crear el Gobierno de Bengala occidental, en Daryiling. Ansio enseñar a todos los jóvenes de la India que deseen ser montañeros.

«Yo era un muchacho pobre»

¿Qué me ha impulsado a subir a las montañas, especialmente al Chorno Lung Ma? (Everest). En primer lugar, nosotros podemos ver las montañas desde mi pueblo natal de Tami, en el distrito de Solo Jumbu, una provincia «sherpa». Allí se encuentra el glaciar de Jumbu. Mi padre tenia muchísimos «yaks» (bueyes de la India), y yo acostumbraba a seguirlos montaña arriba, pongamos hasta los 5.000 metros casi de altura. Entonces es cuando veía de verdad los grandes picos, y el Everest. Mi padre acostumbraba a señalarlo, y decía: «Ese es el Chorno Lung Ma» y yo pensaba lo divertido que sería poder subir a su cima. Yo era un muchacho pobre en Jumbu. y todos los que me rodeaban también eran pobres. En nuestro pueblo no había escuela, por lo cual no tuve nunca ocasión de aprender a leer y escribir. Me hubiera gustado tener oportunidad de hacerlo. Ahora, envío al colegio a mis dos hiios. y es posible que, cuando regrese a mi país, disponga de más tiempo y pueda estudiar. En 1933, muchos de los hombres de nuestro pueblo se marcharon a Daryilíng. Cuando volvieron, muchos de ellos hablaron de las expediciones de montañeros, con las que habían trabajado como portadores a grandes alturas. Yo les escuchaba con mucho interés. Dos años después, volví a oír hablar de que buscaban «sherpas» en Dafyiling para una expedición al Himálaya. En esta ocasión, consideré que ya tenía bastante"edad, y salí de Tami hacia Dáryiling, donde encontré a Eric Shipton, aue estaba organizando un grupo. Cuando Shipton empezó a escoger los «sherpas», yo me aparté a un lado, pues era muy joven y creía que no sería elegido, aunque albergaba la esperanza de que me dejasen ir con ellos como ayudante. Pero Shipton me llamó. Los otros «sherpas» y los escaladores dijeron: No, es demasiado joven». A pesar de todo, Shipton me permitió unirme a ellos, y pasé a formar parte del grupo.





"Nadie me enseñaba a escalar»

Naturalmente, aquella vez no subí mucho, y solamente me encargaron algunos pequeños trabajos. Por fortuna, esta primera expedición mía iba al Everest, aunque sólo en plan de reconocimiento, Con el tiempo, estuve muy bien considerado en el grupo de Shipton. A mí me gustaba trabajar con ellos, y a ellos les agradaba yo. En todas las expediciones que siguieron a ésta, vigilé a los demás muy cuidadosamente. Nadie me enseñaba a escalar. Si aprendí fue por la experiencia adquirida en cada expedición. Aprendí así lo que hay que hacer y lo que no se debe hacer; y pronto supe a qué escaladores tenía que observar. Estas expediciones me dieron experiencia, pero sólo en la vieja rütá del norte. Después de la guerra, empecé a adquirir práctica én la ruta sur. Si me piden que las compare, diré que hay muchas zonas peligrosas en la ruta norte. Por este camino, desde el campamento 3º al 4.°, hay bastante peligro a causa de los aludes; y, debajo de la cima, hay que salvar una cornisa muy difícil. Por encima de ésta, hay rocas en las que sólo puede uno sujetarse con las manos, aunque con gran dificultad y poca seguridad. La ascensión és, pues, muy difícil. Es necesario sentar la palma de la mano y deslizar los dedos en las grietas de las rocas..., cuando se encuentran. En la ruta sur, desde el campamento base al número 3, en el glaciar de Jumbu, existen fisuras y simas que están cambiando constantemente de posición. Esta circunstancia hace muy difícil el atravesarlas, y deben emplearse cuerdas para pasar sobre ellas. Desde el campamento 3.º al 4.°, la marcha és bástante fácil; pero desde el campamento 5.° al Paso Meridional aumenta considerablemente el peligro, tanto por la ruta directa de las rocas como por la más larga del glaciar.





La expedición suiza

Antes de la llegada de los vientos monzones, en la última expedición suiza y en su primera escalada, seguimos la ruta directa, que conduce derechamente a la roca cubierta de hielo. La escalada hay que hacerla en un solo día, porque allí no hay buen sitio para establecer un campamento sobre la marcha. Esto supone un cambio muy rápido de altitud, que suele hacer enfermar a los montañeros. Después del monzón, los suizos sigueron la otra ruta, la del glaciar. Su objetivo era levantar planos de los accesos más fáciles. Si no hay nieve fresca, esta ruta es más fácil y cómoda, porque, a lo largo de la misma, se pueden establecer dos campamentos. Los ingleses aprovecharon estos lugares para establecer sus campamentos 6.° y 7.° Pero si ha caído nieve fresca en las laderas del Lhotse, la citada ruta se convierte en un camino peligroso. Y si la nieve alcanza mucha altura, se producen en seguida tremendos aludes.

Elogio de todos los expedicionarios

La mayoría de la gente se interesa menos por los problemas que hay que vencer para subir hasta la cima que del hecho de que la hayamos conquistado. Y al regreso de nuestra expedición, se ha prestado mucha más atención a Hillary, al coronel Hunt, jefe de la expedición, y a mi. Parecía aue se nos debía felicitar especialmente por el éxito de la expedición, como si este éxito hubiese dependido sólo de nosotros tres. No debe olvidarse el importante trabajo realizado por los demás. Por ejemplo, fijémonos en el caso del comandante Wylie, que entiende nuestra lengua, que habla y comprende el nepalí. ¿Cómo hubieran podido los «sherpas» seguir adelante sin él? Todos los miembros de la expedición de este año eran muy buenos escaladores. "Desde el punto de vista técnico, Westmacott y el doctor Evens figuraban entre los mejores.

Quizá dentro de seis meses nos hayan olvidado a todos nosotros. Eso no me preocupa. Yo he deseado durante treinta años realizar algo, y Dios me lo ha concedido; he subido a la cima.

La Vanguardia-10-07-1953

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