domingo, 5 de marzo de 2017

LA CONQUISTA DEL EVEREST-(II)

                  Relatada por el «sherpa» Tensing «El Tigre»






Preparativos para los asaltos definitivos a la cumbre
En el alpinismo, una vez que se alcanza la montaña se empieza a trepar, excepto en el Himalaya y especialmente en Chomo Lurg-Ma, el Everest. Los  grandes picos son tan altos que hay que patear cerca de tres semanas para acostumbrarse a respirar el aire a seis y siete mil metros de altura. Por encima de estas altitudes se pierde peso y se adelgaza, y algunas veces es difícil pensar con claridad. También se experimenta una terrible sed. Agua de limón y azúcar mezclados fue el alimento que me ayudó a resistir después de subir a más de 8.000 metros .El agua de la nieve me daba dolor de estómago, Por esta razón, todos los expedicionarios bebimos tanta agua de limón que nuestra empresa podría haber sido llamada «la expedición del zumo de limón».

Troncos para puentes
Como he dicho anteriormente hubo algunas fricciones al comenzar la expedición, especialmente entre sus organizadores y los «sherpas», pero éstos, al fin y al cabo y al llegar a Thyangboche, parecían contentos con todos los preparativos y arreglos que se hicieron, no hubo más incidentes. Fue en esa localidad donde se realizaron pruebas de escalada para comprobar la preparación de los montañeros. Después de pasar cerca de un mes allí, donde nos adiestramos y aclimatamos, llegamos al campamento-base hacia el 21 de abril. Antes de llegar a este campamento, escribí una carta a mi mujer para "decirle que me encontraba completamente preparado y decidido a intentar un asalto afortunado. También dije esto mismo en otra carta a Mitra Bahu, un amigo mío, periodista en Daryiling. El 15 de mayo, todos estábamos ya en el campamento cuarto, a más de 7.000 metros de altura. La ruta allí es difícil. No suele haber aludes, pero sí «seracs» (especie de formaciones irregulares de hielo, como los dientes de una sierra, formadas por hendeduras profundas). En Thyangboche, sugerí la conveniencia de llevar con nosotros troncos o maderos de tres a cinco metros de longitud, para preparar puentes en nuestro camino. Hablaba por mi propia experiencia con los suizos, que llevaron y utilizaron cerca de veinte troncos de este tipo. Hillary dijo que ya llevábamos un puente de aluminio, y que con eso bastaría. Yo protesté y dije que necesitaríamos muchos puentes en nuestra ruta, por lo cual debíamos llevar bastantes troncos. Los organizadores estuidiaron el gasto de este transporte (se necesitan tres porteadores para llevar un tronco). Por último, accedieron.

Evans y Hunt se encontraban en el campamento tercero. Hillary y yo subirnos hasta el cuarto y regresamos en el mismo día, en una especie de ensayo de escalada en el que utilizamos ya los equipos de oxigeno. Aquella mañana me sentía muy bien y lleno de  esperanzas de conseguir llegar a la cima. Desde aquel momento me cuidé mucho para mantenerme en forma y conservar mi salud. No quería que nada estropease nuestras perspectivas de éxito. Desde el campamento-base, cada miembro de la expedición, incluido yo, tomamos a nuestro cargo 10 «sherpas». Con ellos llevamos aprovisionamientos al campamento segundo, donde nos detuvimos para pernoctar, y al día siguiente seguimos hasta el campamento tercero. En la misma jornada regresamos al campo-base, después de haber dejado nuestros depósitos en los otros campamentos.

Teasing salva la vida a Hillary
Ya he dicho que la abundancia de «seracs» hacía muy difícil y peligrosa la ruta al campamento cuarto. Un día, cuando Hillary y yo regresábamos del campamento segundo, mi compañero resbaló y cayó más de cinco metros. Comenzó a gritar: «¡Tensing! -Tensing!». Yo mantenía la cuerda tirante, y logré sacarle de allí. Me lo agradeció efusivamente y me dijo: «Shabash Tensing» (bien hecho, Tensing). Poco después, ya en nuestra base, Hillary refirió lo sucedido a los demás miembros de la expedición: «Sin Tensing —dijo—, yo hubiera terminado hoy.» Hillary fue el primero en llegar al campamento cuarto. Cuando yo entré en él. hice observar a los miembros de la expedición que allí había estado el campamento suizo y que tenía que haber muchas conserva alimenticias y unos cuantos tubos de oxígeno que debían de estar escondidos bajo la superficie de hielo. Comencé a cavar, y, efectivamente, aparecieron alimentos y tubos de oxígeno en gran cantidad. Saqué un paquete de limón en polvo, de entre los enterrados suministros suizos, y todo el mundo se mostró de acuerdo en que hacían una bebida excelente. Yo estaba muy sediento, y bebí agua de limón hasta que me quedé satisfecho. Los expedicionarios se mostraron muy contentos de este descubrimiento y decidieron transportar menos cantidad de sus propios suministros que serían reemplazados por los suizos.  En la misma jornada, bajé otra vez al campo-base. Hillary y yo solíamos ser i los encargados de estos viajes, en los que ensayábamos rutas y nuestros aparatos de oxígeno. El campamento cuarto  era el campo avanzado de la base, situado a 3.000 metros más arriba que el de Thyangboche. Una de las tareas confiadas a mi responsabilidad, era la de cerciorarme de que los «sherpas» llevaban-sus fardos en forma ordenada dé un campamento a otro. Cuando él número cuatro estuvo completamente provisto de todo lo necesario comenzaron los preparativos para el asalto final.
Un desengaño comprensible.
Se discutio esta cuestión, y se decidió que Evans y Bourdillon efectuarían un
reconocimiento de la cima meridional del monte, equipados con aparatos de oxígeno cerrado. Allí, en la cima, debían estudiar las posibilidades de un asalto final por aquella dirección, y, si en realidad existían, debian seguir adelante y hacer un intento. Al misme tiempo, se acordó que Hillary yo seguiríamos a los dos anteriores con equipos de oxígeno de circuito abierto, después de que hubiesen transcurrido 24 horas desde.la salida de los primeros  Me han dicho que un periódico ha publicado una información en la Que se decía que yo había' tenido «un desengaño  comprensible», al dar a Evans y Bourdillon la .primera oportunidad de asaltar la cima. Si, tal noticia procedió de. un periodista que acompañó a la expedición, debo decir que yo había señalado ya al corónel Hunt, en Kátmandu, que algunas declaraciones concernientes a mi persona eran «groseramente incorrectas». Por ejemplo, tengo entendido que este caballero informó que yo me encontraba indispuesto en el glaciar del Jumbu la víspera de mi viaje a mi pueblo natal. Mé sorprendió la noticia, porque me encontraba perfectamente. Más bien fue él — el informador — quien cayó enfermo.

«Poco importa guien llegue el primero» Nunca une desanimé porque me incluyesen en la, segunda pareja, de asalto. Mi interés Se concentró - siempre en la conquista del-Chomo Lung-Ma, .y cualquier miembro de la expeáidión. podía hacerlo. Poco importa, quién, llegue allí el; primero, y, por mi parte, me opongo a cualquier sugerencia que se haga o se haya hecho de que yo no me daba cuenta de que Bourdillon. y Evans iban a intentar la conquista antes que nosotros. Cuando estos dos escaladores descendieron,  yo subí unos, cientos de metros, con té y agua, para salir a su encuentro. Les quité las caretas de oxigeno y les di agua de limón. Ambos se bebieron casi , dos cuartillos. Luego, pregunté a Evans cómo estaba la ruta desde la cima sur. Me dijo: —Tensing, confío en que ustedes dos lleguen a la cumbre, pero es una ruta difícil y tardarán de cuatro a cinco horas. Insistí en mi pregunta, y le dije al doctor Evans que que me hablase con franqueza A lo que me replicó: Puedo decirle, Tensing, que no necesitará  venir al Everest de nuevo él próximo año. Pueden lograr esta vez el éxito — añadió — si el tiempo lo permite, desde luego. Pero sean precavidos y traten de evitar accidentes. El mismo día, el coronel Hunt y el «sherpa-Dawa Nangyal subieron ur¡ poco mas allá del lugar. en que los suizos instalaron su campamento 7.° a!go mas arriba del emplazamiento del' 8-° de nuestra expedición, a unos 8.400'metros. El objeto de su ascensión fue el de llevar allí tiendas, equipos, víveres y otros abastecimientos que Hillary y yo necesitaríamos en nuestro intento. Hunt y  Dawa no pudieron llegar hasta el campamento 9.° y el primero estaba terriblemente agotado. Por esa razón, ascendí cerca de 65 metros por encima del campamento 8, y ayudé al coronel Hunt a bajar. En su descenso, éste y el «shérpa» Dawa carecieron de oxígeno, porqe | habían dejado sus cilindros de aprovisionamiento-del gas, junto con otras cosas, en un deposito subterráneo.

Un buen planeamiento
Todo esto es ya bastante para demostrar que la escalada de una montaña no es cuestión ni empresa para un hombre solo- La expedición suiza de 1952, en la que yo también participe, era buena, pero creo que el planeamiento del coronel Hunt, a estilo castrense, ha sido mejor. La fase de adiestramiento en Thyangboche fue conveniente, justamente lo que necesitábamos. El método de hacer ascensiones de reconocimiento, en grupos de 8 ó 10, demostró ser muy eficaz. Este largo período de aclimatación  señala la forma típica del coronel Hunt de preparar la expedición. Pero, aunque los métodos militares del coronel, hayan sido muy buenos, justo es reconocer que la expedición se benefició también con la experiencia de la anterior de los suizos, como lo prueba el hecho de que se estudió la ruta que éstos habían seguido, se decidió utilizar troncos como puentes y se aprovecharon las provisiones que los suizos habían depositado en el glaciar del Jumbu. Además, los sherpas, que estuvieron con los suizos y luego se unieron al equipo, del coronel Hunt, tenían también la ventaja de la experiencia adquirida y del conocimiento del camino. En resumen, los preparativos suizos fueron buenos, pero comenzaron a escalar casi desde Kátmandu, y esto evidentemente, agotó a los escaladores. .


La Vanguardia-07-07-1953


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