martes, 21 de febrero de 2017

Se vuelve a hablar de Fermi

La Vanguardia 26-03-1952


Haceun mes que se vuelve a hablar muchp de Fermien  el mundo atómico. En realidad, desde 1938, año en que se le concedió el Premio Nobel y aprovechó la ocasión que se le brindaba al irlo a recoger en Estocolmo, para irse definitivamente a trabajar a los Estados Unidos, y abandonar la Italia de Mussolini, sus trabajos han sido siempre de gran actualidad. Ha sido, sin duda, uno de los científicos que más han contribuido a que la bomba atómica sea una realidad. Creo que puede decirse que la bomba atómica — o por lo menos las dos lanzadas en la guerra—, está basada en dos principios fundamentales: el primero es el teórico que da la razón de su existencia. Me refiero a la equivalencia de masa y energía, que, como es sabido, fue un descubrimiento revolucionario y exclusivo de Einstein. El segundo, es .el que posibilita su realización práctica, o sea el de las reacciones en cadena, es decir, aquellas reacciones nucleares provocadas por neutrones, en las que se originan más neutrones de los que primariamente las provocan, lo que da lugar a que éstas se autoaceleren o, dicho de otra manera, que se conviertan en explosiones. Aunque es difícil citar un único descubridor de este segundo principio que dio solución práctica al problema de desprender la energía nuclear, la mayor parte de los físicos, parece que si se les obliga a citar un nombre, mencionan• el de Fermi. El motivo, es el siguiente: en 1932, Chadwick, en la Universidad de Cambridge, descubrió los neutrones o, mejor dicho, los identificó como tales, pues hacía poco que el descubrimiento de la radiactividad artificial por los Joliot Curie los había puesto de manifiesto. Pues bien: dos años más tarde, en 1934, Fermi utilizaba ya estos mismos neutrones para bombardeos atómicos, y como no querría que estas palabras se interpretasen mal, conste que esto no quiere decir que en. aquella época hubiese ya bombas atómicas, ni tan sólo pequeñas, sino que con estos neutrones, resultado de reacciones nucleares, es decir, de la descomposición de los núcleos de los átomos, Fermi intentaba hacer explotar, otros núcleos de otros átomos, bombardeándolos con ellos. Cuando se puso el dedo en la llaga, es decir,' cuando se empezó a prever la reacción en cadena, fue cuando los átomos bombardeados fueron los de uranio, y cuando se encontró la manera  de .frenar a los neutrones, es decir, quitarles, en gran parte, la enorme velocidad que poseen al ser originados en las reacciones nucleares, ya que si se empleaban tal como eran obtenidos, resultaban proyectiles tan rápidos que en el poco tiempo que empleaban en atravesar las substancias, no lo tenían para chocar. con los núcleos de los átomos, que, como se sabe, son objetivos relativamente muy pequeños, pues ocupan una ínfima porción del volumen total del átomo. Por lo demás, el que los neutrones, como sú nombre indica, no posean carga eléctrica, los convertía en los proyectiles atómicos ideales, pues no eran atraídos ni repelidos por las cargas eléctricas positivas y negativas presentes en los átomos. Como es sabido, la obtención de los llamados neutrones lentos se logró mediante cuerpos formados por átomos de peso atómico pequeño, y tales que no fuesen capaces de reaccionar nuclearmente con los neutrones, es decir, lo que técnicamente se llama de poca «sección eficaz». El primer relentidor de neutrones que se utilizó fue el agua pesada; el segundo, el grafito. Los alemanes parece tenían preferencia por la primera, los americanos por el.segundo. Actualmente se emplean todavía los dos. De esta manera los neutrones, después de haber chocado muchas veces con estos átomos, tenían ya una velocidad razonable, de la misma manera que una bola de billar camina más lentamente después de haber chocado con otras que le han tomado sü fuerza viva. El paso final fue, como decíamos, el aplicar estos neutrones lentos al bombardeo del uranio y el distinguir lo  que le sucedía a cada uno de los isótopos de éste. Es indudable que Fermi, con sus colaboradores, fue uno de los primeros en llevarlo a cabo, pues en 1935 publicó en los Proceedings of the Royal Sociefy de Londres, junto con cinco colaboradores más (entre los que estaban Rasetti, el conocido investigador que trabajó también con los americanos y Pontecorvo, el físico nuclear desaparecido hace dos años y que se teme que esté en Rusia), un trabajo sobre «Radiactividad artificial producida por el bombardeo con neutrones», que más tarde (1940) dio origen a la patente norteamericana núm. 2.206.634, invocada después por los citados investigadores-en su reclamación de la enorme suma de diez millones de dólares como pretendida indemnización del uso hecho por los Gobiernos aliados de inventos que consideran suyos. Como es sabido, este pleito ha tenido tan sólo una importancia simbólica, pues los reclamantes dijeron de antemano que pensaban dedicar a beneficencia la suma reclamada. En todo caso, es un hecho que en los últimos años treintas, no eran Fermi y sus colaboradores los únicos que se dedicaban a bombardear uranio con neutrones. En Alemania lo hacía Hahn con los suyos, principalmente Lisa Meitner y Stasser, y en Francia Joliot con su grupo del Instituto de Química Nuclear. En París fui testigo, en 1939, de alguna de las experiencias. La tarea conjunta de los físicos occidentales que llevó a desentrañar perfectamente lo que sucede en estas reacciones nucleares, a la laboriosa separación de los isótopos del uranio y al descubrimiento del plutonio y otros transuranianos, es la propia historia de la bomba, atómica, harto divulgada ya para que la repitamos uns vez más. Lo que nos interesa aquí es lo que ha llevado de nuevo a Fermi al primer plano de la actualidad atómica. Enrique Fermi ha cambiado ahora los proyectiles que utilizaba para bombardear núcleos atómicos. Parece que los neutrones hoy día ya no le interesan. Dice que experimenta con mesones. Como se sabe, estas partículas elementales, que pueden poseer cargas eléctricas de ambos signos  y tienen masas intermedias entre la del electrón y la del protón, fueron primeramente descubiertas en los  rayos cósmicos, y en 1948 se logró por un joven físico brasileño, Lattes, su producción artificial bombardeando carbono con partículas alfa de 380 megaelectronvoltios. Los mesones se detectaron mediante las trazas dejadas en placas fotográficas convenientemente dispuestas en el sincro-ciplctrón. Era un descubrimiento de gran importancia teórica, pero de poca trascendencia práctica, pues no permitía el empleo de los mesones obtenidos para fines ulteriores.  , Lo que Fermi dice que emplea ahora para obtener mesones y de lo que se está hablando micho estas últimas semanas, aunque los trabajos definitivos no se han publicado todavía, es el Bevatrón, lo que quiere decir que utiliza para el bombardeo electrones ccn energías mucho mayores que las de las partículas alfa que empleaba Lattes, y como átomos -bombardeados los de berilio en lugar de los de carbono. De esta manera parece haberse logrado haces de mesones utilizables ya para bombardeos atómicos. Aunque se habla de nuevas partículas elementales aparecidas y otros fenómenos, quizá reales, quizá fantásticos, es prudente esperar datos más concretos y autorizados para poder enjuiciar la trascendencia de estos nuevos trabajos de Fermi.  - . Migue! MASRIERA.

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