La Vanguardia 26-03-1952
Haceun mes que se vuelve a hablar muchp de Fermien el mundo atómico.
En realidad, desde 1938, año en que se le concedió el Premio Nobel
y aprovechó la ocasión que se le brindaba al irlo a recoger en
Estocolmo, para irse definitivamente a trabajar a los Estados Unidos,
y abandonar la Italia de Mussolini, sus trabajos han sido siempre de
gran actualidad. Ha sido, sin duda, uno de los científicos que más
han contribuido a que la bomba atómica sea una realidad. Creo que
puede decirse que la bomba atómica — o por lo menos las dos
lanzadas en la guerra—, está basada en dos principios
fundamentales: el primero es el teórico que da la razón de su
existencia. Me refiero a la equivalencia de masa y energía, que,
como es sabido, fue un descubrimiento revolucionario y exclusivo de
Einstein. El segundo, es .el que posibilita su realización
práctica, o sea el de las reacciones en cadena, es decir, aquellas
reacciones nucleares provocadas por neutrones, en las que se originan
más neutrones de los que primariamente las provocan, lo que da
lugar a que éstas se autoaceleren o, dicho de otra manera, que se
conviertan en explosiones. Aunque es difícil citar un único
descubridor de este segundo principio que dio solución práctica al
problema de desprender la energía nuclear, la mayor parte de los
físicos, parece que si se les obliga a citar un nombre, mencionan•
el de Fermi. El motivo, es el siguiente: en 1932, Chadwick, en la
Universidad de Cambridge, descubrió los neutrones o, mejor dicho,
los identificó como tales, pues hacía poco que el descubrimiento de
la radiactividad artificial por los Joliot Curie los había puesto de
manifiesto. Pues bien: dos años más tarde, en 1934, Fermi utilizaba
ya estos mismos neutrones para bombardeos atómicos, y como no
querría que estas palabras se interpretasen mal, conste que esto no
quiere decir que en. aquella época hubiese ya bombas atómicas, ni
tan sólo pequeñas, sino que con estos neutrones, resultado de
reacciones nucleares, es decir, de la descomposición de los núcleos
de los átomos, Fermi intentaba hacer explotar, otros núcleos de
otros átomos, bombardeándolos con ellos. Cuando se puso el dedo en
la llaga, es decir,' cuando se empezó a prever la reacción en
cadena, fue cuando los átomos bombardeados fueron los de uranio, y
cuando se encontró la manera de .frenar a los neutrones, es
decir, quitarles, en gran parte, la enorme velocidad que poseen al
ser originados en las reacciones nucleares, ya que si se empleaban
tal como eran obtenidos, resultaban proyectiles tan rápidos que en
el poco tiempo que empleaban en atravesar las substancias, no lo
tenían para chocar. con los núcleos de los átomos, que, como se
sabe, son objetivos relativamente muy pequeños, pues ocupan una
ínfima porción del volumen total del átomo. Por lo demás, el que
los neutrones, como sú nombre indica, no posean carga eléctrica,
los convertía en los proyectiles atómicos ideales, pues no eran
atraídos ni repelidos por las cargas eléctricas positivas y
negativas presentes en los átomos. Como es sabido, la obtención de
los llamados neutrones lentos se logró mediante cuerpos formados por
átomos de peso atómico pequeño, y tales que no fuesen capaces de
reaccionar nuclearmente con los neutrones, es decir, lo que
técnicamente se llama de poca «sección eficaz». El primer
relentidor de neutrones que se utilizó fue el agua pesada; el
segundo, el grafito. Los alemanes parece tenían preferencia por la
primera, los americanos por el.segundo. Actualmente se emplean
todavía los dos. De esta manera los neutrones, después de haber
chocado muchas veces con estos átomos, tenían ya una velocidad
razonable, de la misma manera que una bola de billar camina más
lentamente después de haber chocado con otras que le han tomado sü
fuerza viva. El paso final fue, como decíamos, el aplicar estos
neutrones lentos al bombardeo del uranio y el distinguir lo que le
sucedía a cada uno de los isótopos de éste. Es indudable que
Fermi, con sus colaboradores, fue uno de los primeros en llevarlo
a cabo, pues en 1935 publicó en los Proceedings of the Royal
Sociefy de Londres, junto con cinco colaboradores más (entre los que
estaban Rasetti, el conocido investigador que trabajó también con
los americanos y Pontecorvo, el físico nuclear desaparecido hace dos
años y que se teme que esté en Rusia), un trabajo sobre
«Radiactividad artificial producida por el bombardeo con neutrones»,
que más tarde (1940) dio origen a la patente norteamericana núm.
2.206.634, invocada después por los citados investigadores-en su
reclamación de la enorme suma de diez millones de dólares como
pretendida indemnización del uso hecho por los Gobiernos aliados de
inventos que consideran suyos. Como es sabido, este pleito ha tenido
tan sólo una importancia simbólica, pues los reclamantes dijeron
de antemano que pensaban dedicar a beneficencia la suma reclamada. En
todo caso, es un hecho que en los últimos años treintas, no eran
Fermi y sus colaboradores los únicos que se dedicaban a bombardear
uranio con neutrones. En Alemania lo hacía Hahn con los suyos,
principalmente Lisa Meitner y Stasser, y en Francia Joliot con su
grupo del Instituto de Química Nuclear. En París fui testigo, en
1939, de alguna de las experiencias. La tarea conjunta de los físicos
occidentales que llevó a desentrañar perfectamente lo que sucede en
estas reacciones nucleares, a la laboriosa separación de los
isótopos del uranio y al descubrimiento del plutonio y otros
transuranianos, es la propia historia de la bomba, atómica, harto
divulgada ya para que la repitamos uns vez más. Lo que nos interesa
aquí es lo que ha llevado de nuevo a Fermi al primer plano de la
actualidad atómica. Enrique Fermi ha cambiado ahora los proyectiles
que utilizaba para bombardear núcleos atómicos. Parece que los
neutrones hoy día ya no le interesan. Dice que experimenta con
mesones. Como se sabe, estas partículas elementales, que pueden
poseer cargas eléctricas de ambos signos y tienen masas
intermedias entre la del electrón y la del protón, fueron
primeramente descubiertas en los rayos cósmicos, y en 1948 se
logró por un joven físico brasileño, Lattes, su producción
artificial bombardeando carbono con partículas alfa de 380
megaelectronvoltios. Los mesones se detectaron mediante las trazas
dejadas en placas fotográficas convenientemente dispuestas en el
sincro-ciplctrón. Era un descubrimiento de gran importancia teórica,
pero de poca trascendencia práctica, pues no permitía el empleo de
los mesones obtenidos para fines ulteriores. , Lo que Fermi dice
que emplea ahora para obtener mesones y de lo que se está hablando
micho estas últimas semanas, aunque los trabajos definitivos no se
han publicado todavía, es el Bevatrón, lo que quiere decir que
utiliza para el bombardeo electrones ccn energías mucho mayores que
las de las partículas alfa que empleaba Lattes, y como átomos
-bombardeados los de berilio en lugar de los de carbono. De esta
manera parece haberse logrado haces de mesones utilizables ya para
bombardeos atómicos. Aunque se habla de nuevas partículas
elementales aparecidas y otros fenómenos, quizá reales, quizá
fantásticos, es prudente esperar datos más concretos y autorizados
para poder enjuiciar la trascendencia de estos nuevos trabajos de
Fermi. - . Migue! MASRIERA.
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