martes, 28 de febrero de 2017

Francesc Homs

Homs

El judici del 9-N es trasllada a Madrid. Avui comença al Tribunal Suprem la vista que ha de jutjar el paper de l’exconseller i ara portaveu del PDECat al Congrés, Francesc Homs, durant el procés participatiu del 2014. Un judici que un cop més estarà precedit per la mobilització del sobiranisme -entitats, representants del PDECat, ERC i els comuns i quatre consellers del Govern acompanyaran Homs- i que serà, en bona part, una rèplica del que es va viure a principis de febrer a Barcelona, quan l’expresident de la Generalitat Artur Mas i les exconselleres Joana Ortega i Irene Rigau van seure al banc dels acusats.
Des d’avui, doncs, Homs tindrà l’oportunitat de respondre a les preguntes del fiscal, cosa que no va poder fer durant la seva declaració com a testimoni en el judici als seus companys al Govern. Aleshores, el dirigent del PDECat va encarar-se als passadissos amb el fiscal i li va retreure que no tingués “el coratge” per fer-li preguntes. L’exconseller ja ha avançat en les últimes setmanes algunes de les que seran les seves línies de defensa, que es fonamentarà en bona part en l’escrit que la mateixa fiscalia va trametre-li per rebutjar -fa poques setmanes- la denúncia que ell mateix havia presentat contra el president del govern espanyol, Mariano Rajoy, per haver desobeït sentències del Tribunal Constitucional (TC) sobre la gestió del 0,7% social de l’IRPF.
Ahir, en roda de premsa a la seu del PDECat a Barcelona, va tornar a referir-se a l’argumentació del ministeri públic, que utilitzarà des del banc dels acusats per fer notar la “contradicció” i la “doble vara de mesurar” de la fiscalia. “Els que m’acusen i creuen que hem comès delicte, també han considerat el contrari”, va afirmar Homs, sentenciant: “En funció de les idees, les coses poden ser motiu d’arxivament o d’un delicte molt greu”. L’exconseller s’agafarà a aquesta afirmació per deixar clar que està davant d’un judici polític. “Les contradiccions de la fiscalia posen de manifest que hi ha una intenció política al darrere”, va dir, convençut que la seva argumentació jurídica és “molt solvent i molt consistent”.
El líder del PDECat a Madrid, de fet, va deixar clar que “qui està en fals des del punt de vista del dret” i qui està “violentant les regles del joc, les lleis”, és el l’estat espanyol. “Si hi ha una resposta penal davant d’un procés cívic, democràtic i pacífic, és la fi de l’estat espanyol. Si l’estat espanyol davant d’un procés democràtic, pacífic, positiu i propositiu ha d’acabar responent per la via penal, és que s’ha perdut i ha perdut”, va advertir amb contundència.
La carta de T-Systems
Com en el judici de Barcelona, les preguntes de l’acusació contra Homs aniran destinades a intentar aclarir què va fer el Govern entre els dies 4 i 9 de novembre. És a dir, si un cop va rebre la resolució del TC que l’instava a aturar els preparatius del procés participatiu l’executiu va fer alguna cosa per aturar la jornada de votació. En el cas d’Homs, a més, la clau serà la resposta a la carta que li va enviar l’empresa T-Systems per respondre als seus dubtes sobre si, després de la decisió del TC, els seus treballs en relació al 9-N havien de continuar. La missiva, en què Homs -que com a conseller de la Presidència tenia sota la seva responsabilitat els serveis jurídics de la Generalitat- respon a T-Systems que tot continua igual és una de les principals proves a les quals s’aferra la fiscalia per argumentar que l’exmembre del Govern va desobeir el TC.
Homs serà, doncs, un dels protagonistes de la primera jornada d’un judici que s’allargarà fins dimecres i en què també participarà, en aquest cas com a testimoni, l’expresident Artur Mas -dimarts a la tarda-, i l’expresident del Consell Assessor per a la Transició Nacional, Carles Viver i Pi-Sunyer

miércoles, 22 de febrero de 2017

El caso Blackett

La Vanguardia 22-04-1949


Creia haber tratado con suficiente amplitud en estas columnas el tema de la energía atómica para no ser necersario por ahora insistir más en él. Pero el último libro de P. M. S. Blackett me obliga a cambiar mis propósitos. El libro, que se titula «Consecuencias militares y políticas de la energía atómica», ha tenido amplia repercusión mundial y puede decirse que sostiene tesis contrarias a las que he expuesto a mis lectores, Blackett. cree que se ha exagerado extraordinariamente la. importancia de las armas atómicas, que para él ni pueden ser decisivas en una guerra, ni representan "un grave peligro para la humanidad. En España su punto de vista ha sido acogido por algunos con entusiasmo. Me creo, pues, obligado a dedicarle la atención que merece. En primer lugar hay que imparcialmente hacer constar dos extremos: Se trata, efectivamente, de un físico de gran  prestigio, al que el año pasado le ha sido otorgado el Premio Nobel de Física, que era ya muy conocido antes por sus trabajos con Cechialini sobre el positón y por ser uno de los puntales más firmes de la escuela de Rutherford actualmente ocupa la cátedra de Física de la Universidad de Manchester. Pero tampoco debe olvidarse que sus puntos de vista respecto a la energía atómica no son compartidos casi por ninguno, más de los otros físicos de prestigio mundial, o al menos por, los que se han expresado  públicamente sobre tal extremo. La opinión unánime de éstos es, poco más o menos, la que resumí en mis artículos sobre este particular. Brevemente, Blackett representa un caso aislado, pero por tratarse de una autoridad en la materia, su opinión no puede rechazarse a la ligera. ; Creo que para encontrar la clave del caso Blackett precisa leer su libro con mucha atención. Lo primero que nos sorprende en él es que se habla muy poco de física y mucho, en cambio, de estrategia y política, es decir, de cosas en las que —-que yo sepa, por lo menos — el célebre físico no cuenta ya con una autoridad indiscutible, aunque no puede negarse que se expresa sobre ellas con gran claridad .y fuerte dialéctica. Lo'segundo es que en estos terrenos de lo estratégico y lo político dos tendencias se sobreponen a todas las demás: En lo primero minimalizar la efectividad bélica de la bomba atómica todo lo posible, y en lo segundo defender a Rusia y atacar a Norteamérica con despiadada saña. Dicho de otra manera: yo no diré, que Blackett sea comunista pues aunque se diga, no me consta, pero sí diré que su libro lo es hasta la más pura ortodoxia staliniana. Y conste que no digo esto aspirando a la cómoda ventaja de librarme así de un contradictor. Lo digo para que los que  aquí han acogidocon  candido alborozo el que mis puntos de  vista se contradigan con los del sabio inglés, sepan a qué atenerse. Por mi parte, comunista o no, si creyese que tiene razón, se la daría. Pero después de haber leído detenidamente su libro, no puedo dársela- Veamos los motivos: El punto crucial está en la importancia de la. bomba atómica. Para intentar rebajarla, Blackett parte de dos hechos qué parecen ciertos. Son la ineficacia militar de los bombardeos no estratégicos y la necesidad de coordinar las armas atómicas con las otras Blackett estima que todos los terríbles bombardeos en masa sobre la población civil que ocurrieron en esta última guerra, fueron, bajo el punto de vista dé la eficacia militar, inútiles. Tanto los atómicos como los demás. Y aduce en favor de esta tesis el que la producción de guerra alemana (tanques y aviones) en 1944, lejos de disminuir tras los prolongados bombardeos, había aumentado considerablemente, y que Hiroshima y Nagasaki eran innecesarios, pues el Japón estaba ya rendido, é incluso, de no estarlo, con bombardeos corrientes se hubiera conseguido el mismo resultado. La única eficacia, siempre según Blacltett, de los bombardeos, atómicos o no, consiste en el logro de objetivos tácticos o estratégicos. Blackett da una explicación política de Hiroshima y Nagasaki. Según él, las bombas norteamericanas no iban precisamente dirigidas contra el Japón, sino... contra Rusia, pues se trataba de evitar la convenida ofensiva de otoño de los rusos contra el Japón, al que acababan de declarar la guerra, que hubiera tenido como consecuencia la posterior intervención rusa en. asuntos nipones de postguerra. También del fracaso de la Comisión de energía atómica de la O.N.U. da la culpa Blackett a Norteamérica, pues aunque reconoce la alteza de miras del primitivo plan Baruch, en el plan Liliental que le sucedió no ve mas que una trampa norteamericana para que los yanquis conserven sin competencias la bomba atómica y para que Rusia no pueda beneficiarse del empleo pacífico de la energía nuclear para incrementar su industria, más falta de kilowatios que la norteamericana. En fin, los rusos—vistos por Blaekett — nos aparecen como mansos corderos, víctimas de la perfidia yanqui. Pero con todos estos escarceos políticos, asaz ingenuos por lo que puede verse, Blackett no logra desvirtuar el hecho  que para mí es fundamental, y que él mismo no  puede menos que reconocer: una bomba de plutonio, del tipo de las empleadas ya, equivale a unas 2.000 bombas ordinarias de una tonelada. El más lego en artes bélicas tendrá que admitir que es imposible que la efectividad de un arma aumente de modo tan prodigioso sin que cambien muchas cosas en el arte de la guerra, o mejor dicho, sin que cambie la guerra misma. ¿Qué fin persigue, pues, la consigna rusa de minímalizar el valor de la bomba atómica? --podrá preguntarse—. ¿De qué les sirve a los rusos cerrar los ojos a la realidad? Me parece que no hay que ser muy lince para verlo. Creo que el fin es doble: en política exterior, el monopolio práctico de la bomba atómica es un arma incluso diplomática que Norteamérica—cada día menos tácitamente — cotiza. Es natural, pues, el interés ruso en desvalorizarla. Pero estoy convencido de que -el principal motivo es de política interior. Hay que pensar en las vastas masas obreras y campesinas, rusas, a las que no se ha podido ocultar la existencia, del arma nueva. Para el pueblo inculto, ésta adquiere, con su aureola científica, un valor casi mítico, y en una eventual guerra serla terrible para la moral de estas masas el que la bomba atómica, en manos del enemigo, conservase intacto su prestigio. Por esto creo que la tesis rusa de desprestigiar la bomba atómica no es.en realidad sincera, sino que corresponde a una necesidad de política interior. Blackett parte de algunas bases ciertas, como la necesidad estratégica- de coordinar el arma atómica con las demás y la inutilidad de Hiroshima y Nagasaki, que por lo demás ya previeron los físicos atómicos en el poco conocido informe Franck, hecho un mes antes de Hiroshima, y en el que se desaconsejaba el ataque atómico. Pero.las consecuencias que quiere derivar Blackett de estos hechos, llegando a querer que desvirtúen otros que son innegables, sólo se explican teniendo en cuenta sus citados prejuicios políticos. Es tanto más de notar esta obsesión de Blackett en desacreditar la bomba atómica, cuando por otro lado admite la posibilidad de la bomba superatómica — de la que quizá hable otro día , y respecto a. la cual yo soy, én cambio, por ahora bastante escéptico, a pesar. de los pretendidos éxitos de Shisjkof. Sinceramente, pues, después de leer el libro de Blackett, no creo que tenga que rectificar en nada mis puntos de vista fundamentales sobro la trascendencia de la energía atómica. MIQUEL MASRIERA.

martes, 21 de febrero de 2017

Se vuelve a hablar de Fermi

La Vanguardia 26-03-1952


Haceun mes que se vuelve a hablar muchp de Fermien  el mundo atómico. En realidad, desde 1938, año en que se le concedió el Premio Nobel y aprovechó la ocasión que se le brindaba al irlo a recoger en Estocolmo, para irse definitivamente a trabajar a los Estados Unidos, y abandonar la Italia de Mussolini, sus trabajos han sido siempre de gran actualidad. Ha sido, sin duda, uno de los científicos que más han contribuido a que la bomba atómica sea una realidad. Creo que puede decirse que la bomba atómica — o por lo menos las dos lanzadas en la guerra—, está basada en dos principios fundamentales: el primero es el teórico que da la razón de su existencia. Me refiero a la equivalencia de masa y energía, que, como es sabido, fue un descubrimiento revolucionario y exclusivo de Einstein. El segundo, es .el que posibilita su realización práctica, o sea el de las reacciones en cadena, es decir, aquellas reacciones nucleares provocadas por neutrones, en las que se originan más neutrones de los que primariamente las provocan, lo que da lugar a que éstas se autoaceleren o, dicho de otra manera, que se conviertan en explosiones. Aunque es difícil citar un único descubridor de este segundo principio que dio solución práctica al problema de desprender la energía nuclear, la mayor parte de los físicos, parece que si se les obliga a citar un nombre, mencionan• el de Fermi. El motivo, es el siguiente: en 1932, Chadwick, en la Universidad de Cambridge, descubrió los neutrones o, mejor dicho, los identificó como tales, pues hacía poco que el descubrimiento de la radiactividad artificial por los Joliot Curie los había puesto de manifiesto. Pues bien: dos años más tarde, en 1934, Fermi utilizaba ya estos mismos neutrones para bombardeos atómicos, y como no querría que estas palabras se interpretasen mal, conste que esto no quiere decir que en. aquella época hubiese ya bombas atómicas, ni tan sólo pequeñas, sino que con estos neutrones, resultado de reacciones nucleares, es decir, de la descomposición de los núcleos de los átomos, Fermi intentaba hacer explotar, otros núcleos de otros átomos, bombardeándolos con ellos. Cuando se puso el dedo en la llaga, es decir,' cuando se empezó a prever la reacción en cadena, fue cuando los átomos bombardeados fueron los de uranio, y cuando se encontró la manera  de .frenar a los neutrones, es decir, quitarles, en gran parte, la enorme velocidad que poseen al ser originados en las reacciones nucleares, ya que si se empleaban tal como eran obtenidos, resultaban proyectiles tan rápidos que en el poco tiempo que empleaban en atravesar las substancias, no lo tenían para chocar. con los núcleos de los átomos, que, como se sabe, son objetivos relativamente muy pequeños, pues ocupan una ínfima porción del volumen total del átomo. Por lo demás, el que los neutrones, como sú nombre indica, no posean carga eléctrica, los convertía en los proyectiles atómicos ideales, pues no eran atraídos ni repelidos por las cargas eléctricas positivas y negativas presentes en los átomos. Como es sabido, la obtención de los llamados neutrones lentos se logró mediante cuerpos formados por átomos de peso atómico pequeño, y tales que no fuesen capaces de reaccionar nuclearmente con los neutrones, es decir, lo que técnicamente se llama de poca «sección eficaz». El primer relentidor de neutrones que se utilizó fue el agua pesada; el segundo, el grafito. Los alemanes parece tenían preferencia por la primera, los americanos por el.segundo. Actualmente se emplean todavía los dos. De esta manera los neutrones, después de haber chocado muchas veces con estos átomos, tenían ya una velocidad razonable, de la misma manera que una bola de billar camina más lentamente después de haber chocado con otras que le han tomado sü fuerza viva. El paso final fue, como decíamos, el aplicar estos neutrones lentos al bombardeo del uranio y el distinguir lo  que le sucedía a cada uno de los isótopos de éste. Es indudable que Fermi, con sus colaboradores, fue uno de los primeros en llevarlo a cabo, pues en 1935 publicó en los Proceedings of the Royal Sociefy de Londres, junto con cinco colaboradores más (entre los que estaban Rasetti, el conocido investigador que trabajó también con los americanos y Pontecorvo, el físico nuclear desaparecido hace dos años y que se teme que esté en Rusia), un trabajo sobre «Radiactividad artificial producida por el bombardeo con neutrones», que más tarde (1940) dio origen a la patente norteamericana núm. 2.206.634, invocada después por los citados investigadores-en su reclamación de la enorme suma de diez millones de dólares como pretendida indemnización del uso hecho por los Gobiernos aliados de inventos que consideran suyos. Como es sabido, este pleito ha tenido tan sólo una importancia simbólica, pues los reclamantes dijeron de antemano que pensaban dedicar a beneficencia la suma reclamada. En todo caso, es un hecho que en los últimos años treintas, no eran Fermi y sus colaboradores los únicos que se dedicaban a bombardear uranio con neutrones. En Alemania lo hacía Hahn con los suyos, principalmente Lisa Meitner y Stasser, y en Francia Joliot con su grupo del Instituto de Química Nuclear. En París fui testigo, en 1939, de alguna de las experiencias. La tarea conjunta de los físicos occidentales que llevó a desentrañar perfectamente lo que sucede en estas reacciones nucleares, a la laboriosa separación de los isótopos del uranio y al descubrimiento del plutonio y otros transuranianos, es la propia historia de la bomba, atómica, harto divulgada ya para que la repitamos uns vez más. Lo que nos interesa aquí es lo que ha llevado de nuevo a Fermi al primer plano de la actualidad atómica. Enrique Fermi ha cambiado ahora los proyectiles que utilizaba para bombardear núcleos atómicos. Parece que los neutrones hoy día ya no le interesan. Dice que experimenta con mesones. Como se sabe, estas partículas elementales, que pueden poseer cargas eléctricas de ambos signos  y tienen masas intermedias entre la del electrón y la del protón, fueron primeramente descubiertas en los  rayos cósmicos, y en 1948 se logró por un joven físico brasileño, Lattes, su producción artificial bombardeando carbono con partículas alfa de 380 megaelectronvoltios. Los mesones se detectaron mediante las trazas dejadas en placas fotográficas convenientemente dispuestas en el sincro-ciplctrón. Era un descubrimiento de gran importancia teórica, pero de poca trascendencia práctica, pues no permitía el empleo de los mesones obtenidos para fines ulteriores.  , Lo que Fermi dice que emplea ahora para obtener mesones y de lo que se está hablando micho estas últimas semanas, aunque los trabajos definitivos no se han publicado todavía, es el Bevatrón, lo que quiere decir que utiliza para el bombardeo electrones ccn energías mucho mayores que las de las partículas alfa que empleaba Lattes, y como átomos -bombardeados los de berilio en lugar de los de carbono. De esta manera parece haberse logrado haces de mesones utilizables ya para bombardeos atómicos. Aunque se habla de nuevas partículas elementales aparecidas y otros fenómenos, quizá reales, quizá fantásticos, es prudente esperar datos más concretos y autorizados para poder enjuiciar la trascendencia de estos nuevos trabajos de Fermi.  - . Migue! MASRIERA.